Primera parada. Heathrow.

El día 25 de julio a eso de las 7 de la tarde (Dios lo quiera) llegaremos al mayor de los tres aeropuertos en Londres: Heathrow.

Me ha avisado mi amigo Pardavila de que vamos a flipar con la inmensidad del lugar. Ojalá.

Informándome sobre el asunto pude descubrir que Heathrow es el aeropuerto con más tráfico internacional del mundo, por delante del Charles de Gaulle parisino (en el cual también estaremos); tiene 5 terminales en las cuales operan más de 90 aerolíneas con más de 200 destinos y está conectado por metro con Londres.

Una de las cosas que más nos preocupó a la hora de buscar vuelos fue exactamente el metro. El metro nos asegura que tenemos un transporte fácil desde cualquier punto de la ciudad hacia el aeropuerto y que no tenemos que depender de horarios autobuseros. Ryanair nos hubiese dejado por 20€ menos en Stanted, pero habríamos perdido esos 20€ llegando a la ciudad y no hubiésemos tenido la oportunidad de conocer uno de los mayores aeropuertos del mundo.

Puede que sea un cristo cuando lleguemos allí a no sé qué terminal y que tardemos dos horas en encontrar nuestras maletas, pero si a algo estamos dispuestos en este viaje es a perdernos.

Una vez hayamos recuperado mi American Tourister y la Samsonite del Pepe nos dirigiremos al metro. Miento. Una vez recuperadas las maletas le pediré al Pepe que me deje salir fuera para fumar mi primer cigarro con aires ingleses (un clásico mío, en los aeropuertos). El típico momento para la primera toma de contacto con el ambiente Inglés; los taxis, la gente, los timadores, los carteristas...

Para nuestro gozo, la línea de metro que llega a Heathrow se llama Picadilly, exactamente igual que nuestro hotel. Disfrutaremos de aproximadamente 50 minutos de subsuelo Londinense durante el cual sin duda debatiremos sobre la suerte de seguir vivos, la gracia de ver a todo el mundo hablando inglés y seguramente nos abracemos enchidos de emoción.

Se escucharán frases como "por fin estamos aquí" ó "a comernos Londres". Sacaremos las primeras fotos de la locura y lloraremos de emoción cuando salgamos a la superficie y nos veamos en una de las ciudades más increíbles del mundo.

Conociéndonos, no seremos capaces de aguantar 50 minutos de metro y diremos alguna gilipolled como: " ¿Por qué no salimos a la superficie y vamos paseando desde aquí?". Ese será, sin duda, el comienzo de nuestra aventura.